viernes, 29 de febrero de 2008

UNA CARTA PARA TODOS

Hoy he recibido una carta, la hemos recibido todos los que visitamos el espacio de Pili (akhali.spaces.live.com). Me siento en el deber de transmitirla. Eso sí, sin interés partidista ni electoralista. Sólo por esas personas y por nosotros mismos.Ahí va:

JAVIER PÉREZ AJA - 27/02/2008 09:46

Me llamo Javier Pérez Aja. Y debo tener buena suerte porque estuve muerto en vida 45 días. Al menos, eso dicen. Porque podría haber muerto víctima de los disparos que me hicieron en la cabeza los miembros de un comando de ETA y que no lograron su objetivo de matarme y solo, si es que se puede decir así, me dejaron en coma profundo durante ese tiempo.Cerca de mil personas que han sufrido atentados de esa organización terrorista no pueden contar lo que les sucedió, ni escribir una carta como esta. Yo sí. Y por respeto a ellos, por respeto a los supervivientes de sus crímenes y a los familiares que han perdido un padre, un hijo, un hermano, y cuya vida ya no será nunca como antes de su sufrimiento, quiero pedir la palabra y alzar mi voz.Pido la palabra frente a la amenaza y el crimen; frente al terror y la persecución. Pido la palabra contra las bombas y las balas. Pido, como Blas de Otero, la paz y la palabra. Porque ya estamos cansados y doloridos; porque muchas veces estamos desconsolados y a veces sin esperanza. Por eso pido la palabra, para que su eco sea un mensaje de paz contra la violencia y el terrorismo.Pero también, decía, quiero alzar mi voz. Elevarla con fuerza sobre los discursos oportunistas y sobre la retórica. Sobre aquellos que comercian con mi dolor, con el sufrimiento de los familiares, con la tragedia de los muertos. Llevamos demasiado tiempo conviviendo con el drama de una violencia que ya se ha vuelto contra todos. Que no distingue entre hombres y mujeres, trabajadores o empresarios, niños o adultos. Una violencia engendrada por un odio que no soy capaz ni de entender ni mucho menos de comprender. Ésa es la verdad.Y llevamos ya demasiado tiempo asistiendo al uso interesado de nuestro dolor para usarlo en la confrontación política. ¡Que siniestra paradoja! Que nuestro dolor se haya convertido en un arma para hacer daño a los que no piensan como ellos. Ésa es la triste y penosa verdad del uso que la derecha reaccionaria, populista y demagoga hace de nosotros, las víctimas. Primero nos convirtieron en un muestrario que enseñar en las manifestaciones del odio los sábados por la tarde. Más tarde, en un ariete para castigar al presidente del Gobierno. Ahora, ya sólo servimos para teñir de sentimentalismo un pobre discurso electoral.A veces, tengo un sueño. El mismo sueño. Un sueño terrible. Un sueño que no se puede comprender si no se ha vivido un atentado. Sueño que todo se repite; que me vuelven a disparar, que caigo al suelo, que me empapo en la sangre que cae de mi cabeza golpeada contra la acera. Que me muero.Sueño mi propia muerte a manos de los criminales. Pero de un tiempo a esta parte tengo también la sensación angustiosa de que me hacen revivir mi muerte para que odie a mis amigos, a mis compañeros, a mis familiares, a los que me quieren. Y es que el que acusa al presidente del Gobierno de agredir a las víctimas no calcula la idea tan horrible que su cruel acusación encierra. ¿Agredir? Yo sólo me siento agredido por la maldad de los asesinos –de los que intentaron asesinarme–, por el silencio de sus cómplices, por el interés calculado de los que nos hacen convivir con este horror porque comparten la idea final de su proyecto. Yo sí que me siento agredido por quien dispara contra mí disparando contra el presidente del Gobierno balas de indignidad, de miseria moral, de oportunismo político y de indecencia ética. Señor presidente, querido José Luis: Yo sé quién empuña las pistolas; quién activa los detonadores. Sé bien quiénes lucháis contra ellos. Sé bien cómo sufren las familias de las víctimas. Lo que sufre mi familia. Y lo sé no porque lo haya hablado, sino por lo contrario, porque guardamos un silencio impregnado tanto de tristeza como de respeto por los que no pueden compartir con sus familias la alegría de la vida. Parece mentira que después de todo nos hayan convertido en un argumento, en una vulgar atracción para llevar más clientes con ellos a las urnas.Yo quiero expresar mi agradecimiento a los españoles de bien que no se apuntan a convertirnos en títeres de feria al servicio de arañar unos puntos electorales a cuenta de un sentimentalismo de bajo precio.Yo quiero expresar con mi voz y mi palabra que no quiero que nadie más pase nunca por lo que mi mujer, Ana Rosa, mi hijo Javi, mi familia, pasó cuando mi cuerpo cayó abatido por las balas del odio. Deseo que no haya más odio criminal ni más odio electoral.Pido la paz y la palabra.

Javier Pérez Aja es militante socialista tiroteado por ETA un mes antes que Miguel A. Blanco

2 comentarios:

circe dijo...

qué bueno....qué decir sobre el tema!!! es alucinante que lo pueda contar...Increible!!

Paco dijo...

Hola Patri:

Mis rspetos para este hombre que ha sufrido y a tenido la valentía de contarlo.

Mi desprecio para los que comecian con el dolor de las victimas